Capítulo
17: Confesión.
Nolan bajó decidido hasta el plató de televisión de los juegos del
hambre. Intentaba no mirar mucho a su mentor ya que habían
discutido. No quería hacerlo pero no podía evitarlo. Estaba
dispuesto a salir, ganar y luchar sin reparos por conseguir sus
objetivos que en cierto modo no eran ganar, pero también lo
implicaban. No podía luchar contra el capitolio si moría en estos
juegos, no podía despertar a los distritos, hacerlos darse cuenta de
que lo que estaban haciendo estaba mal. De que no podían dejar más
que el Capitolio los hiciese sufrir. No podían, tenían que
reaccionar, tenían que rebelarse, al igual que lo había hecho él.
Pero eso estaba claro que no podía decirlo así como así, si
pudiera no estaría aquí. No, no podía decirlo, pero no porque
hubiese pasado esto que acaba de pasar, sino porque diciéndolo no
iba a conseguirlo, no iba a convencerlos así, no era suficiente. Sí
quería que realmente la gente, que aun no lo había hecho ya que
había hablado con varios rebeldes tanto en su distrito como en estos
juegos, luchase, él también tenía que hacerlo. Tenía que luchar,
tenía que vencer, tenía que ganar, tenía que demostrar que el
capitolio no lo podía subyugar, no lo podía manejar, no lo podía
controlar, no lo podía dominar. Ni a a él ni a ninguno de los
distritos realmente.
Sí, era por eso por lo que quería ganar estos juegos, por lo que no
podía permitirse perder. No podía conseguir lo que quería si no lo
hacía, y sabía que para ganar necesitaría muchas más cosas que
valor, necesitaría aliados, armas, patrocinadores,...pero no podía
hacer lo que le pedía Jared para conseguirlo. No podía usar a
Cynthia para eso. No podía coger valor y decir ante todas las
cámaras del capitolio que estaba enamorado de ella, le parecía
injusto, egoísta e inmoral. No, no podía hacerle esto a ella, no
podía forzarla a tomar esa decisión. La destrozaría,
definitivamente. Y es que aunque existiese la remota posibilidad de
que ella sintiese lo mismo que él, había una cruel realidad, no
podían llegar al final los dos. No podían matarse el uno al otro,
no podían, simplemente no podían.
También Cynthia pensaba eso pero no con el tributo del 8, había
llegado a la conclusión de que si quería llegar al final tenía que
olvidarle, por más que le doliese. Por más que cada vez que pensase
en eso sintiese ganas de llorar porque algo se rompería dentro de
ella. No importaba lo que sintiese aquí, William tenía razón, él
no era su amigo, era un tributo y no podía amarlo. Y más, si como
había dicho Cashmere estaba jugando con ella. No podía enamorarse
de un jugador, no podía dejarse influir de aquella manera, tenía
que cerrar la puerta a su sentimientos y hacer las cosas bien.
Pero, en lo que sí pensaba, de lo que sí se preocupaba mientras
dejaba que su equipo de preparación la sumergiera en la bañera y la
arreglara y preparara para la entrevista, era en William. En él y
ella y su cruel realidad, y es que era precisamente por eso que
estaba pasando ahora por lo que no quería, bajo ningún concepto,
incluso aunque muriese, que; al pasar justo lo que acababa de pasar,
al salir elegida ella en los juegos; William se presentase
voluntario. Justo como acababa de pasar. Su propósito era muy noble,
sí, era una muestra de amor incomparable, también. Pero no podían
llegar al final. No podía matarlo, ni tampoco dejar que se matase
por ella. No podía, simplemente, no podía.
“¿Qué
demonios voy a hacer ahora?” Pensó.
“Su propósito es muy
noble, fuerte y valeroso. Me siento orgullosa de él. Pero es
evidente lo que pasará si hacemos lo que dice, lo que ocurrirá si
le dejo matar a todos los tributos, llegaremos al final y no podemos
hacerlo. Prefiero mil veces renunciar a mis principios, enfrentarme a
los otros tributos por él, matarlos si es necesario, que dejar que
lo haga él. Él puede matar a todos, es lo suficientemente fuerte
para ello, yo no. Si me enfrento a los profesionales, tarde o
temprano uno de ellos me matará. William enloquecerá, lo matará y,
seguidamente se coronará vencedor y todo habrá terminado. Habré
conseguido mi objetivo, salvarlo. Es la única solución y William
debería de aceptarla. Debería dejar de verme como una chica frágil
y sensible que solo necesita ser protegida y salvada. No soy eso, soy
una profesional, una luchadora y eso es justo lo que debería
entender. Pero no lo hace, si lo hiciese no aceptaría cosas como mi
entrevista. Como quiere que me muestre Cashmere. Buena, sensible,
como un ángel puro que merecería ser salvado. Es una buena
estrategia y me gusta pero yo no quiero mostrarme buena, no quiero
mostrarme sensible, no quiero...mostrarme...débil ”
Suspiró aun tensa mientras su equipo de preparación la dejaba en
paz. Cashmere tenía razón, estaba enfadada, estaba tensa, lo sabía,
pero no era por los juegos, ni por las artimañas de otros tributos,
no era por lo que había hecho Nolan, bueno, sí que lo era porque
realmente le enfurecía que jugase con ella. Pero también era por lo
que estaba haciendo William, por como la estaba tratando. Al
principio no lo había advertido y creía que el chico estaba
actuando con cabeza al no dejarle hablar con los tributos, pero
ahora, después de lo de Cashmere veía que no. William no la estaba
alejando de los tributos solo por que ni el ni ella pudieran hacer
amigos, si lo hiciera no habría hablado con Sean en las pruebas, no,
sí lo hacía era por protección, protección excesiva e
innecesaria. Como siempre había hecho en su distrito y a ella no es
que no le gustase eso, le gustaba que la protegiera sí, pero no le
gustaba que lo hiciera de esa manera tan fuerte, resguardándola de
todo y de todos como si fuera frágil, como si fuera de cristal.
¡Ella no era una chica frágil aquí! No pudo evitar estremecerse de
rabia durante unos instantes, sabía que debería de estar relajada,
pero no podía y menos después de ver que su chico otra vez se salía
con la suya.
—Cynthia,
¿te encuentras bien?—Dijo Knight que acababa de entrar en la
estancia, ella lo miró unos instantes y suspiró.
—Knight,
¿de verdad tengo que pasarme el tiempo jugando a ser la buena de la
película? No voy a salvar a William así. —Dijo simplemente con
rabia, el estilista la miró dubitativo pero ella no vaciló. No le
gustaba su enfoque, sabía perfectamente porque Cashmere lo había
elegido, era ella. Pero ser ella no le permitiría ni ganar los
juegos, ni salvar a William. Así que era mejor que dejase de jugar a
los angelitos un poco, ya estaba harta de hacerlo, por más que
William lo quisiese así.
—¿De
verdad quieres salvar-lo?—Preguntó simplemente. Ella asintió, era
mejor que dejar que se matase por ella. Ella no podía ganar los
juegos, William sí, era lo más razonable, lo más justo y lo mejor
para ellos. El estilista sonrió:
—Bueno,
afortunadamente esto se puede arreglar, cualquier enfoque se puede
cambiar en cualquier momento. —Sonrió y se dirigió al armario y
comenzó a buscar, allí había un montón de trajes y vestidos, cada
cual diferente. Finalmente sonrió y cogió uno, pero no era lo que
ella esperaba, no era un vestido bonito que la hacía ver frágil
como en el desfile. Era un traje blanco y reluciente compuesto de
falda corta y top escotado. Por un instante le pareció un poco corto
demás e iba a protestar, cuando, después de que el estilista le
pusiera unas medias y unos zapatos blancos y finos, se vio en el
espejo. Y es que ese traje, aunque fuese claro y brillante al igual
que su ropa del desfile no la hacía ver como esperaba, no la hacía
ver débil, no, las formas escotadas y cruzadas de su ropa hacían
destacar su cuerpo de guerrera. No era un traje de princesa frágil y
buena como el primero sino de luchadora, de profesional y aquello
aunque desentonaba un poco con su imagen no pudo evitar encantarle,
era justo lo que necesitaba para adquirir valor y enfrentarse a los
demás, William incluido.
El estilista asintió con una sonrisa y seguidamente cogió un par de
impresionantes alas blancas y se las colocó en la espalda para luego
alisar y arreglarle el traje de forma que le quedase bien y reforzar
su maquillaje. No le hizo ningún peinado aparatoso sino que
directamente le soltó el pelo dejándola que le adornase el rostro y
lo fue adornando de brillantina y extensiones. Cuando acabó la hizo
dar una vuelta para ver justo como su ropa creaba a cada movimiento,
como en el desfile, brillos que no podía parar de mirar. Brillos que
la hacían destacar por encima de los demás. Estaba claro que este
año era el año del distrito uno, nunca había visto ropas tan
impresionantes en los tributos de los juegos, ni siquiera en los años
que ganaron Gloss y Cashmere.
—Ahora
eres un ángel guerrero.—Le dijo Knight con una sonrisa. —¿Que
te parece?—Cynthia se observó aun alucinada, era maravilloso, no
era ella pero al mismo tiempo lo era, solo que con más valentía,
con más valor.
—Me
encanta. —Le susurró maravillada. —Pero, ¿que significa
esto?—Le preguntó, ¿porque Knight había cambiado el enfoque?
¿Los estilistas no debían de seguir las indicaciones de los
mentores para la entrevista?
—Significa
que te entiendo Cynthia, te entiendo y te quiero ayudar. Pero no a
salvarte, no si no quieres. Quiero ayudarte a luchar por lo que
quieras, sea lo que sea. —Dijo simplemente el estilista
observándola con orgullo y Cynthia no pudo más que sonreír
agradecida mientras él terminaba de prepararla y le iba dando
consejos para la entrevista. Era un cambio de enfoque no solo de
ella, sino también de él. No podían mostrarse separados en la
entrevista. No, si querían que el otro ganase, la única forma de
hacerlo era hacer que el público apostara por él y para eso tenía
que subir allí y demostrar al público el valor de su amor, los dos
tenían que hacerlo,...
—¿Comprendes?
Tenéis que abogar el uno por el otro siempre. No importa lo que pase
entre vosotros en los juegos, si os queréis o no realmente al final.
Importaría si estuvierais en vuestro distrito pero no lo estáis,
estáis en los juegos del hambre y aquí la única forma de ganar, es
ceñiros a una estrategia. La mejor para vosotros y creo que si
recuerdas el desfile la sabes tan bien como yo. —Y rápidamente
Cynthia sonrió comprendiéndolo todo.
—Trágicos
amantes del distrito uno. Un ángel y un demonio asociados para
sobrevivir. —Susurró ella encantada, su estilista asintió con una
amplia sonrisa satisfactoria
—Exactamente
pequeña, esa es la clave. —Dijo simplemente. —Tú compañero ya
la sabe, y ahora te toca a ti. —Cynthia sonrió realmente
agradecida y, repentinamente, y a pesar de que fuese del Capitolio,
no pudo evitar abrazar a su estilista. No importaba lo que fuese, la
estaba ayudando a luchar por lo que quería realmente aquí...
—Gracias.
—susurró simplemente. —Gracias, muchas gracias. —Y se encaminó
al plató feliz y decidida.
William inspiró y expiró intentando calmarse un poco, se hallaba
inquieto y tenso, no le hacía gracia que Cynthia quisiese sacarlo a
él por más tocado que se sintiese por su gesto de amor. Él no
quería salir, lo que quería era sacarla a ella y por eso había
hablado con Cashmere para que le crease un enfoque que no le hiciese
destacar demasiado. Ella no era la asesina aquí, lo era él. Aparte
no podía dejar de pensar en los vigilantes y sus planes para los
juegos del hambre. Sabía que independientemente de lo que quisiese
hacer, el mejor modo de ganarlos era mostrándose valeroso, decidido,
capaz y, finalmente, y ante todo concepto, peligroso y letal. Como
siempre hacían los tributos del distrito dos. No era muy difícil ya
que siempre había estado acostumbrado a jugar al chico malo en su
distrito para hacerse respetar. Con tal de verlo todo como un juego
más, se las arreglaría bien. Pero no estaba seguro de como salvar a
Cynthia si ellos no querían. Era algo que se escapaba a su control.
Suspiró reflexivo observando los brillos de su traje oscuro para
relajarse, realmente tenía que agradecer a Linneth el enfoque que le
estaba dando, esa imagen de demonio le favorecía mucho, le hacía
destacar por encima de los demás y eso le encantaba. Siempre le
había gustado destacar, ser el mejor, tener poder sobre los demás,
era por eso que jugaba al chico malo en su distrito. Le gustaba la
fama, le gustaba la admiración, le gustaba el poder y el dominio.
Sabía que era malo pero le gustaba. Seguidamente levantó la mirada
hacia el frente inspirando hondo, metalizándose para la venida de
Cynthia. Pero...cuando la vio...No pudo evitar quedarse absorto, sin
pensar en nada más que en observarla. Estaba hermosa, estaba
realmente hermosa. No era la imagen que quería para ella pero le
quedaba tan bien...Inspiró hondo y se levantó para reunirse con
ella. Sabía que aquel no era el juego que habían acordado pero ya
no tenía previsto seguirlo antes. Prefería seguir jugando a los
trágicos amantes a fingir que todo se había acabado entre ellos,
era la mejor manera de salvarla. Solo tenía que ir hacia ella y
convencerla de aceptar su sacrificio de nuevo e iba a hacerlo,
cuando, repentinamente, Nolan la atrapó por detrás,...
“Odio
a ese crío.” pensó
observándolos. Viendo como ella intentaba alejarse y la retenía,
como el chico la hacía girarse y le intentaba hablar con una
paciencia que él nunca tendría. Le parecía increíble que con lo
enfadada que estaba Cynthia, él parecía tan calmado, tan
suplicante, tan...¿enamorado? Sacudió la cabeza. No, eso era
imposible. Nolan no podía amarla, solo la conocía de unos días, no
podía sentir algo tan profundo por su chica. Eso sin contar que no
eran chicos normales sino tributos, concursantes de los juegos del
hambre, y los tributos no...podían...amarse.
—Sí,
esto no es más que juego —murmuró. —La está manipulando, nada
más. —volvió a repetir mentalizándose sin dejar de observarles.
Cuando, repentinamente, el chico del ocho la besó...La besó y ella
le devolvió el beso...
—Vale,
ahora sí que lo mato. —Declaró enfurecido. “Como
se atreve a hacerle eso y aun por encima ante mí”
Cynthia
por su parte, estaba chocada, chocada y confundida, Cashmere le había
dejado claro que independientemente de lo que sentía, el chico
estaba jugando con ella. Con ella y sus sentimientos, siguiendo el
juego del Capitolio al igual que todos los tributos. Pero cuando él
la había atrapado por detrás se había sentido tan bien,... —Estás
hermosa, ¿lo sabías? —Le
había susurrado Nolan envolviéndola entre sus brazos pero no de una
forma posesiva como siempre hacía William, sino delicada, delicada y
tierna. Tanto que por unos instantes se dejó llevar, pero entonces,
al ver a William observarles, repentinamente se separó advirtiendo
lo que estaba haciendo.
—¡Déjame
en paz Nolan! —Le dijo directamente, pero el chico la retuvo por la
mano unos instantes.
—Cynthia.
—Dijo con calma. —Siento esto, ¿vale? —Ella se debatió, aun
tensa, ¿que lo sentía? ¿Por qué? ¿Por jugar? No podía sentirlo.
Era lo que había que hacer. Era ella la que tenía que sentirlo por
dejarse manejar por el juego y hacer el tonto. Por rehuir los juegos
y actuar como si no existiesen solo por que no era capaz de
afrontarlos. De afrontar que estaba allí, en medio de aquella
masacre, con William obligando-la a pasar su vida por encima de la de
él, solo porque era incapaz de matar. Era todo tan injusto, ¿por
qué no podía ser tan egoísta como él y pasar de todo? ¿Por qué
tenía que pensar en los demás siempre? ¿Por qué tenía
que...pensar...en Nolan? Suspiró. —¿Qué lo sientes?—Articuló
incrédula. —¿Por qué? ¿Por seguir el juego? Es lo que hay que
hacer para vivir. ¡Soy yo la estúpida aquí!—Nolan se rió.
—No
eres estúpida Cynthia. Solo tienes sentimientos, al igual que yo. No
es ningún crimen dejarte llevar. —Le dijo simplemente cogiéndole
el rostro con delicadeza y Cynthia se estremeció unos instantes.
—Como
puedes...hacerme esto. —Le susurró. —No te das cuenta de lo que
siento, de como sufro. —El chico suspiró mirándole a los ojos y
su expresión por unos instantes la dejó atónita. Nolan no parecía
feliz, al contrario, parecía triste, triste y arrepentido. Era como
sí...La quisiera de verdad...
—Desgraciadamente
sí, pequeña —comentó simplemente —Y...me duele...No quiero
hacer esto Cynthia, no quiero obligarte a elegir entre nosotros y
menos sabiendo la verdad, que no importa cual elijas, tendrás que
matarlo al final. —Ella pestañeó involuntariamente en un intento
de retener las lágrimas que querían bajar por su rostro al advertir
la realidad, no importaba lo que sintiese, iba a perder-los a los
dos. —No, no quiero porque... —Volvió a susurrar Nolan acercando
su rostro al suyo. Sabía que no debería de dejarle hacer eso, que
debería de alejarse de él, pero era incapaz, realmente sentía algo
por el chico moreno que se situaba ante ella y ese algo la impulsaba
a hacer justo lo contrario. —Te amo Cynthia Talvot. —Finalizó el
chico y repentinamente la besó. Y todas sus defensas cayeron tan
repentinamente que no pudo hacer nada. Haciéndola darse cuenta de la
verdad, quería a Nolan, realmente lo quería, no importaba donde
estaba, ni el tiempo del que se conocían y
menos...William...Repentinamente se separó.
—Nolan
yo...—articuló, pero el chico negó con la cabeza poniéndole el
dedo en los labios.
—No
digas nada, ¿quieres? No digas nada de mí en la entrevista. Me será
más fácil mentir si tu lo haces también. Tú y yo no podemos
llegar al final, lo sabes muy bien. —Bajó el rostro y asintió
mientras sentía como su corazón se rompía en pedazos. Nolan tenía
razón, tanto si quería vivir como que viviese William tendría que
matarlo si llegaban al final. Esta era la mejor solución pero le
dolía tanto...
Nolan suspiró, realmente le dolía lo que estaba haciendo, le dolía
el sufrimiento de la chica. Pero no era su culpa, ninguno de los dos
había elegido estar aquí, era el Capitolio que les había impuesto
esta situación. El Capitolio contra el que quería luchar y para
eso, necesitaba vivir,...Inspiró hondo y la abrazó unos instantes
susurrándole unas últimas palabras:
—Coge
valor, Cynthia. Coge valor y lucha por lo que quieras, es lo que yo
estoy haciendo —Ella lo observó y asintió decidida y sonriente
cuando, repentinamente, William intervino.
—¡¿La...sueltas...ya?!—Le
exigió el chico rubio articulando las palabras con furia y Nolan no
pudo evitar tensarse rabioso. Sabía que era una actitud desmesurada
pero realmente odiaba a William. Le parecía una persona horrible.
Llevaba todos los juegos intentando mandar sobre todos, incluidos su
chica y él y realmente...le...irritaba...¡esa gente! No soportaba
que nadie intentase mandar sobre él. Por eso no soportaba al
Capitolio, quería mandar sobre todo el mundo y...por
eso...no...soportaba...a William.
—Adelante
—Dijo simplemente enviando a Cynthia sobre él con brusquedad. —Ya
he acabado con ella—William la atrapó fulminando al chico con la
mirada. Aun no podía creer que hubiera tenido la osadía de besar a
su novia, de seguir ligando con ella, de seguir envolviéndola en su
juego de esa manera. Pero este ni siquiera le hizo frente sino que,
simplemente, regresó a junto de su compañera de distrito. Pestañeó
unos instantes observándole pero finalmente sonrió satisfecho, y se
giró hacia su chica que observaba al chico del ocho aun taciturna y,
sin pensar, le cruzó la cara de una bofetada. Ya se estaba hartando
de su actitud, ella no estaba en su distrito, sino en los juegos del
hambre y Nolan era un tributo ¡No...su amante!
—¿Se
puede saber que estás haciendo? ¿Debo recordarte que es un tributo?
No puedes simplemente caer en su juego. —Le replicó. Cynthia le
observó realmente sorprendida, ¿realmente William acababa de
pegarle? No lo podía creer, ¿después de todo esto que estaba
haciendo al chico solo le importaba lo que hiciera con Nolan? Suspiró
rabiada.
—¡Lo
sé Will!—replicó soltándose. —Pero lo suyo no es un juego.
Realmente me quiere—William pestañeó incrédulo observando al
chico del ocho unos instantes, pero seguidamente se giró hacia ella
y replicó pronunciando las palabras con verdadera rabia.
—¡Es
un tributo Cynthia, no puede hacer eso! ¡Y tú tampoco!—La chica
pestañeó incrédula. Sí, no se equivocaba, ella no era la única
que se comportaba como en su distrito. William también y lo peor es
que ni siquiera se daba cuenta ¡No se daba cuenta de que no podía
controlar a todo el mundo aquí, del mismo modo que ella no podía
ayudar a todo el mundo!
—¿Que
pasa?—Inquirió su chico al ver que ella le observaba realmente
crítica.
—Pasa
que no soy la única que se comporta como en su distrito aquí. —Dijo
simplemente Cynthia y William pestañeó unos instantes, incrédulo,
hasta que vio a que se refería y bajó el rostro, avergonzado. Debía
admitir, aunque le indignase, que ella tenía razón. No importaba lo
que estuviesen haciendo Cynthia y Nolan, no podía, simplemente,
pretender controlarlos, pero no podía evitarlo, era su peor defecto.
—Cynthia
yo...—Articuló con intención de disculparse cuando,
repentinamente, el presentador les interrumpió, llamando al
escenario a Cynthia.
—Hablaremos
después. —declaró ella y rápidamente se encaminó al estrado.
William por su parte se sentó en su sillón frustrado. No podía
creer lo que había pasado, había perdido la oportunidad de hablar
con Cynthia, de convencerla y todo...por culpa...de...Nolan.
“Odio
a ese crío.” pensó
rabioso observando el modo en que el chico del ocho hablaba con su
compañera de distrito como si fuese su amiga y no un tributo y
pestañeó unos instantes incrédulo. ¿Era acaso que ese chico no
pensaba nunca? No estaba en su distrito, estaba en los juegos del
hambre, no debería de comportarse de esa forma tan rebelde. Ninguno
de los dos debería aquí.
—¡Oh!
Deja de mirar-le así. No puedes matar-le. —La voz fina pero firme
de la chica del distrito dos se manifestó a su lado. Llevaba un
escotado vestido rojo sangre que la hacía simple y llanamente
aterradora pero también muy atractiva, William se sorprendió
delineando su figura unos instantes y le sonrió, normalmente no
debería hacerlo, pero no podía evitarlo. Miller, al margen de que
fuese un tributo, le recordaba de forma increíble y dolorosa, a
alguien querido para él, su hermana Rubí. Era una tontería ya que
no se parecía en nada físicamente, pero...psicológica-mente...eran
casi iguales. Por eso llevaba, a pesar de que fuesen aliados, todos
los juegos evitándola, no podía evitar simpatizar con ella, y por
eso, en ese instante, no pudo alejarla de él. No quería hacer-lo.
—¡Claro
que puedo!—Presumió simplemente confiado.—Puedo perfectamente
lanzarme sobre él y golpearlo hasta que su corazón deje de latir.
Es lo que debo hacer aquí con todos, pero con él creo que sería
incluso fácil. Quiero hacerlo, realmente quiero—Declaró nivelando
al tributo del ocho con rabia en el rostro. Realmente odiaba que el
chico se comportara de esa forma, haciendo lo que quiera, siempre. No
podía hacerlo, nadie podía aquí. Miller se rió con ganas mientras
se sentaba a su lado y lo observó con curiosidad y comprensión.
—¿Por
qué lo odias?—preguntó simplemente interesada. William pestañeó
unos instantes dubitativo. Antes creía que era por Cynthia, pero
ahora, después de lo que le había dicho ella, antes, sobre su
comportamiento en los juegos, veía que había algo más entre ellos
y creía saber que.
—No
estoy seguro, pero creo que es porque somos demasiado opuestos
—Declaró. —¿Por qué odias tú al del doce? —Miller tembló
levemente intentando nivelarse, seguidamente dijo después de
observar a Cris unos instantes.
—Porque
me ha llamado arrogante asesina en mi cara —Su rostro se crispó
unos instantes mientras William no hacía más que reírse con ganas.
Miller parecía una niña, se enfadaba por las cosas más
inverosímiles, y lo hacía de una forma tan desmesurada, que
resultaba cómica en una chica de su edad.
—¿Y
no lo eres? —Se interesó entonces, ella negó.
—No
Will, no lo soy. Ningún profesional lo es, tal y como dice tu chica
en estos momentos. —Intrigado, William levantó el rostro al plató
de televisión y se quedó mudo. Y es, que, ahora mismo en estos
momentos no podía creerse lo que acababa de hacer Cynthia por él.
Cuándo nuevo capii? cuando entran en la arena? :((
ResponderEliminarHoola, quería decirte que te he nominado a unos premios en mi blog.
ResponderEliminar¡PÁSATE!
http://desperateknifeclove.blogspot.com.es/2014/06/premios-premios-y-mas-premios.html
Besoos.