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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

jueves, 12 de octubre de 2017

Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tarde, sin embargo estos días, al ser la fiesta del pilar en mi país tengo un fin de semana larguísimo que me permite escribir, corregir o publicar lo que sea, así que decidí terminar de subir la fic entre hoy o mañana en vez de ayer, que tenía más tiempo. Espero que os guste el epílogo y desenlace que le busqué a Cynthia :)

Epílogo: La impulsora de un nuevo juego. 


La impulsora de todo esto. Eso era lo que le había dicho Finnick Odair durante el banquete. La razón de que todos la vigilasen, ella había sido la primera persona en hablar del valor como algo bueno en los juegos.

El valor de luchar por nuestros deseos, lo que hacían los profesionales, sí. Pero, también, lo que hacían los rebeldes.

Luchar, independientemente del precio.

Lo que hizo ella, lo mismo que hizo Finnick. Luchar, sobrevivir y vencer.

Y, al mismo tiempo, nadie podía culparla. Había luchado, había matado, poco, pero lo había hecho. Los dos lo habían hecho y los dos salieron indemnes.

Fue ese pensamiento lo que le ayudó a sobrellevar la entrevista del vencedor al día siguiente, su victoria:

– ¡Querida, Cynthia!– Le dijo el presentador con dulzura. – Creo que hablo en nombre de todo Panem cuando digo que esperábamos este momento con ansias, ¿cómo te sientes? –Ella río.

–Mejor que ayer, supongo. –Respondió con una pequeña sonrisa. – Las pérdidas son duras pero necesarias. Nunca olvidaré lo que ellos hicieron por mí.

– Demostrar valor, ayudarte, cada uno a su modo. – Encanó Caesar al instante y ella asintió, siguiendo su papel con una obediencia casi ciega. Ahora que lo sabía todo le resultaba más fácil fingir.

– Pero dejemos aquello de lado, ¿te parece?–Cynthia sonrió, aliviada por la docilidad del presentador, al parecer verla llorar en la retransmisión le había marcado. – Debo felicitarte, nos diste una victoria impresionante. Es decir, todos ansiábamos que William cumpliese su promesa pero era algo tan complicado... ¿En algún momento creíste que no volverías? – ella asintió, decidiendo responder con el corazón.

– Demasiadas veces, Caesar. Sobre todo cuando vi que era incapaz de matar, de disparar a otros para vivir. Cuando...– Se negó a continuar, no podía pensar en aquello, William matando de esa forma la destrozaba, no debió dejarlo por más que necesitase vivir.

–William debió hacerlo por ti. –Completó Caesar y ella asintió taciturna. – Debió hacerlo hasta que no tuviste más remedio. Hablanos de aquello, Cynthia, tu encentro con la del nueve, demostraste tanto valor... – Cynthia se encogió de hombros.

– Solo me defendí ante su ataque, Caesar. – Explicó. – Era lo que debía hacer, no permitir que me matasen bajo ningún concepto. – Aquello no era ninguna mentira, William odiaría que se rindiese, que se dejase asesinar tanto como ella.

– Exactamente, linda. –El cumplido en labios de Caesar no le había sonado tan bien como en los de Finnick. – Ahora hablanos del tema que nos interesa más de vosotros, los profesionales ¡Tus aliados!– Se alzó un grito de júbilo entre el público. – Ya sabemos del amor que te unía a William, pero, ¿y los demás? Miller, Robin, Giannira, el loco incluso.

La vencedora hizo una mueca, escuchar a Sean tratado como "el loco" ya no le gustaba después de su charla con Finnick Odair, en el banquete. Ese chico, loco o no, era un héroe, logró lo que nunca recordaba la chica ver, un levantamiento...

Pero, como lo dijese, realmente se metería en un problema.

–Peculiares supongo. – Se encogió de hombros, intentado sonar lo más sincera posible. – Miller era a la que más odiaba, estaba loca y, no contenta con ello, se pasaba el tiempo intentando meter a mi novio de su lado. – Replicó con rabia, aquello era todo menos mentira, todavía recordaba su discusión por el tema de Sean. – De su compañero de distrito no puedo decir mucho, apenas teníamos trato y quizás fue mejor así.

– No lamentas sus muertes, ¿entonces?–Ella negó con la cabeza, las que lamentaba eran las de los niños que habían muerto a sus manos.

– No tenía ningún lazo con ellos así que no tenía porqué. Entendía que William simpatizase con Miller, ella le recordaba a su hermana, pero nunca vi razón para hacerlo yo. – Explicó. – Giannira, en cambio, ella, me caía bien...–Suspiró y escuchó al Capitolio hacerlo, lo cual la asqueó, ellos la habían metido en la arena, tanto a ella como a la chica del cuatro. No podían actuar así.

– ¿Incluso aunque estuviese apoyando a un loco?–Le preguntó Caesar y ella le observó incrédula, ¿qué pasaba que la chica no era digna de ser querida por ayudar a Sean? Asintió.

– Incluso así, Caesar. – Se atrevió a decir, rabiosa. – Los juegos del hambre no son un chiste, son una pelea por tu vida, y, o, la de las personas que quieras. Habría dado lo que fuera por salvar a William, si él quisiese. No tiene sentido odiar a Giannira porque desease lo mismo de Sean. – El presentador se encogió de hombros.

– Supongo que tienes razón. – Replicó riendo. – No tiene sentido odiar a nadie por hacer lo necesario en favor de quienes amamos. Perdoname por tocar el tema. Pero necesitamos todos los detalles posibles. – Cynthia asintió, procurando guardar la compostura antes de decir algo de lo que se arrepintiese después. Vio que Cashmere suspiraba, aliviada, desde el palco de mentores. Quizás no estuviese todo perdido.

– Comprendo. – Dijo, serena. – Desgraciadamente no sé que decir de Sean. Antes de la última noche en la arena ni siquiera sabía que estaba loco, creía que era un chico como yo o mejor. No, un peligro. Si decidí enfrentarme a él era porque sabía que si no lo detenía yo, nadie lo haría.–Aquello al menos no era una completa mentira, Sean haría un desastre de salir de la arena.

– Resumiendo que actuaste como una auténtica heroína, Cynthia. – Intervino Caesar, inesperadamente. – Una ángel salvador y valeroso. – Cynthia tuvo que esforzarse en contener sus emociones, heroína, sí, claro. – Siéntete orgullosa.


Con palabras como esas, halagos y vítores a quién, según el Capitolio, era la heroína de la historia terminó la entrevista de Cynthia, sin embargo, los héroes no son quiénes cuentan las historias, ¿verdad?

Son personas más comunes, más sensibles, personas como yo o nuestra protagonista, ya que estamos. Cynthia fue recibida entre vítores y palabras de aliento en su distrito. Su familia la abrazó, pretendiendo ayudarla, reconfortarla, al igual que Bryan, el cual parecía haber cambiado tras aquellos juegos. Muchos en los distritos lo hicieron, pero los crueles castigos a quiénes se habían atrevido a rebelarse los disuadieron de intentar algo.

Y, sin embargo, la esperanza, no murió.

Se gestó en forma de un nuevo juego que convirtió la predicción de Cashmere en todo menos cierta. En varios juegos culminaron rebelándose distritos por valerosos y "suertudos" tributos. Revueltas que, obviamente, eran silenciadas con cada vez más crueldad, pero también, evidenciaban que algo se gestaba entre las sombras. Algo que hizo que los verdaderos valientes, los rebeldes, se hicieran más fuertes, tanto que incluso desbancaron los planes del Capitolio en al menos dos ocasiones más.

La primera, los Septuagésimos juegos del hambre, cuando Annie Cresta se presentó voluntaria para vengar a su hermana. Sentimiento que, junto con sus emociones intensas, y el hecho de que el chico elegido era su mejor amigo, la hizo enloquecer de tal modo que, nada más verlo decapitado, hizo lo mismo con otros, justo antes de lanzar su furia contra el Capitolio. De culparlos llamándolos locos y sanguinarios, entre otras palabras que realmente pudieron sentenciarla aquel día.

O lo habrían hecho si un temblor no rompiera una presa, haciéndola sobrevivir a costa de nadar.

Desde entonces la chica quedó marcada para siempre con una locura que, de no ser por el afecto y cuidado constante de Finnick Odair, pudo terminar con ella. Él la ayudó a controlarse, a resistir, ocurriera lo que ocurriera, y de paso descubrió el potencial del amor que le ayudó a seguir sobreviviendo, manteniendo la esperanza en un cambio.

La siguiente edición fue, irónicamente, cuatro años después. De la mano de los tributos del distrito menos favorecido por el Capitolio, el doce, el cual hasta el voluntariado de Katniss Everdeen, no había tenido un tributo tan fuerte como Cris, solo niños o, chicos escuálidos de la veta, que morían en el baño de sangre. Lo mismo que llevaba ocurriendo en el distrito ocho desde los Sexágesimo Sextos Juegos del hambre, en muchas ediciones, débiles que si vivían más allá de aquella etapa era por huir y esconderse hasta que algo o alguien los asesinaba. Era el método del Capitolio para extinguir la esperanza, pero aquella vez no funcionó.

Katniss sustituyó a su hermana luchando con un fervor y sentimiento que brindó esperanza, al igual que su pareja, Peeta Mellark. Ellos fueron los siguientes en ser apodados trágicos amantes, lo cual los llevó a la Victoria.

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¡Parad! ¡Parad! Damas y caballeros, me llena de orgullo presentarles a los vencedores de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre: ¡Katniss Everdeen y Peeta Mellark!–Cynthia abrió grande los ojos, incapaz de creerse lo que estaba viendo en la pantalla de su casa de la villa de los vencedores. A su lado Bryan le apretó la mano tan firme como perplejo.

Habitualmente ella rehuía los juegos, bastante tenía con sus pesadillas como para añadir más. El ser mentora en los Sexagésimo séptimos Juegos, dónde los tributos fueron lanzados a una arena helada con apenas abrigo, muriendo de frío, le hizo rememorar la extrema crueldad del Capitolio y su propia incapacidad para soportarla. Se derrumbó al ver su tributo morir, una profesional voluntaria más, decidiendo no volver más al Capitolio. Darle el relevo a Cashmere y encerrarse en casa antes de hacer una tontería.

Sin embargo, cuando recibió una llamada de Finnick Odair, el cual ahora ayudaba a los rebeldes por Annie, hablándole de un "cambio histórico" se atrevió a encender el televisor y lo vio. Claudis anunciando un cambio en las reglas, la chica ayudando a su compañero y besándolo muchas veces. Finnick no quería creer en el amor de la chica pero aquella escena daba que pensar ¿Por qué la chica del distrito doce había hecho aquello? Era un acto de rebelión, otra chispa más, la definitiva.

La que lanzó la segunda rebelión de los distritos contra el Capitolio, en el distrito uno no distrito no ocurrió nada relevante, pero el ocho, el cuatro y el once iniciaron las primeras chispas de lo que fue una auténtica tormenta contra el Capitolio. No importó lo que hicieran sus enemigos para detener a los rebeldes, siguieron luchando, incluso tras el anunció del vasallaje de los Septuagésimo Quintos juegos del hambre.

Otro "cambio histórico" pero no en el buen sentido.


En el setenta y cinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que ni siquiera sus miembros más fuertes son rivales para el poder del Capitolio, los tributos elegidos saldrán del grupo de los vencedores.

Cynthia se quedó incorporó pálida, nada más oír aquello, los vencedores, los que, según el Capitolio, significaban esperanza, la gente como ella, sentenciada de nuevo...

Fue lo que resquebrajó su coraza de heroína, mujer rota pero feliz, viviendo como una vencedora más con su familia. Incluso se había casado con Bryan, tal y como lo exigió el Capitolio por aquel abrazo. La promesa de felicidad de William cumplida en su hermano, algo irónico. No es que ella no lo apreciase, con el tiempo lo hizo, pero seguía siendo una injusticia más.

Al igual que esta.

– ¿Cynthia?–Bryan la observaba más que atónito, alarmado incluso. – Vuelve, ¡por favor! –Le suplicó. – No vas a salir elegida. – Intentó reconfortala, cuando la vencedora le abrazó con un afecto inusitado.

– No me odies por esto, Bryan. – Le susurró antes de soltarlo y salir de la casa, entre gritos enloquecidos. Si algo le había enseñado su edición era que cualquier acto rebelde podía ser enmascarado bajo la locura. Y lo que hacía ahora, alertar al distrito, a los vencedores, ... Lo era.


– ¡Compañeros Supervivientes! – Proclamó con fervor, en cuando tuvo toda la atención de la villa de los vencedores, de los cuales únicamente Cashmere y Gloss la miraban como si no estuviese demente. – Me conocéis, soy la vencedora de los Sexagésimo Sextos Juegos del hambre, el ángel del distrito uno. – Recordó astutamente, con una sonrisa irónica.– El motivo por el cual os llamo es igual de conocido, el vasallaje, un nuevo juego del que seremos partícipes. Un juego contra el que me alzo, ¡esperando que hagáis igual!

Aquellas palabras fueron las últimas que pronunció la vencedora del distrito uno antes de apuñalarse en el corazón. Impulsando así un nuevo juego en el cual muchos vencedores se rebelaron contra la injusticia de esa edición, otro espectáculo de chispas conectadas que dio inicio a la verdadera rebelión contra el Capitolio.

Una rebelión cuya historia y final ya conocemos.

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Y fin, debo admitir que a una parte de mí le duele darle este final, pero como visteis en sus juegos, Cynthia es demasiado emocional para ser callada y pasiva, no le importa sacrificarse por motivos nobles y apoyar la rebelión lo es al completo. Espero que os haya gustado la historia :D

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